26 noviembre, 2008

Epitalamio, Juan Gustavo Cobo Borda

Dame luz que yo seré tu sombra.
Dame agua que yo seré tu sed.
Es tan corta la eternidad
para empezarnos a querer.
Acúname
en la desvalida tibieza
con que todos nos sabemos
inermes y desnudos.
Cobíjame con la fuerza que yo te daré.
Abre siempre el día
con un vibrante sonido de trompeta.
Cierra siempre el día con la flauta dulce
que aviva el fuego secreto
de la intimidad.
Conjuguemos un plural
tan férreo como libre.
Déjame ser la niña que corría en el jardín.
Déjame ser el niño que ganaba el mayor premio
y seguía jugando indiferente y feliz.
Mis sueños más oscuros se han hecho clarividentes para ti.
Respeta mi utopía, que es la tuya también.

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