31 mayo, 2007

Romeo y Julieta Shakespeare

ROMEO
Juro por esa luna santa
que platea las copas de estos árboles...

JULIETA
Ah, no jures por la luna, esa inconstante
que cada mes cambia en su esfera,
no sea que tu amor resulte tan variable.

ROMEO
¿Por quién voy a jurar?

JULIETA
No jures; o, si lo haces,
jura por tu ser adorable,
que es el dios de mi idolatría,
y te creeré.

ROMEO
Si el amor de mi pecho...

JULIETA
No jures. Aunque seas mi alegría,
no me alegra nuestro acuerdo de esta noche:
demasiado brusco, imprudente, repentino,
igual que el relámpago, que cesa
antes de poder nombrarlo. Amor, buenas noches.
Con el aliento del verano, este brote amoroso
puede dar bella flor cuando volvamos a vernos.
Adiós, buenas noches. Que el dulce descanso
se aloje en tu pecho igual que en mi ánimo.

10 mayo, 2007

Vuelo

El gran paso: mi pierna se había estirado para andar en seis o siete horas, una larga trocha hacia la nada, a un cuarto sin nombre, sin colores en la pared, sin puntos cardinales que empezaríamos a adornar, a habitar. Atravesé la puerta abierta de otra latitud, la que daba a incontables puertas grandes y pequeñas, abiertas y cerradas.

La última hora del viaje fue una clase de geografía, el relieve a mis pies, los libros de primaria, lo que pintan en los mapas, el desierto, si no estaba tan perdida. El mar mordiendo la tierra, las montañas levantadas defendiéndose de las inundaciones, la arena dejándose penetrar del agua como una amante enamorada del azul. Los valles reposados, rodeados de gigantes ansiosos de la caricia de las nubes. Y un pedazo de agua encerradito por guardianas verdes. Me recibió una cordillera amarilla de suaves arrugas.

Yo iba vestida de rosada soñadora, dispuesta a beberme lo que corre por venas transparentes que desde arriba entre veía e imaginaba.

La euforia, sin tiempo para escribir, los sentidos jugando solos, sin registro, fotos de alegría, memorias de lo que no se muestra. La película gravada en el corazón, la que todos vemos solos en el teatro que se abre cuando cerramos los ojos.

Puedo decir, aterricé, ¿aterrizamos? Forzoso, 30 metros menos de pista, un ambiente tan hostil como una soledad mal acompañada por el silencio de palabras mordidas en la respiración.

02 mayo, 2007

El tren al Tigre

Nunca llegué a tomar el soñado tren.
Antes de embarcar la motorista abandonó.
La única pasajera fui yo, y mis fantasmas,
creo que la asustaron.
Me voy a pie, la dirección sigo sin saberla,
dejo el puerto, sin tiempos.
¿Quién recogerá ese fierro vaporoso?
ojalá no se arruine de no andar.
Que la lluvia acompañe su cáscara de metal,
la acaricie,
haga resonar de alegría su techo.
La maquina espera en ese quai,
el regreso de la motorista,
anda viviendo en un momento.
A mi, me invitará de nuevo a subir,
soy la pasajera, que va hasta la última estación.